sábado, 17 de noviembre de 2012

La venida de los dioses

   Y de repente me sentí tan libre que me mareé, tan libre y grande que veía mi propia vida tan insignificante que me parecía increíble que todos nosotros pudiésemos caber en unos cuerpos tan pequeños, tan... humanos.
   Había mucha gente y estaban todos desorientados. Me acerqué a Hestia, no se muy bien como supe que era ella pero lo supe y pregunté por mi hermana. Tan solo sonrió, o eso me pareció. Todo era demasiado extraño.
   Había mucha gente que alegaba ser de mi familia y que yo ni tan siquiera conocía o había oído hablar de ellos.
   Un joven se acercó, me hizo una reverencia y se dió la vuelta. Ésto mismo se repitió con otra joven y me resultó cada vez más extraño. Después un señor más mayor y algunos más. Esto parecía ser la gota que colmaba el vaso.
   Tenía que encontrar de una vez a alguien que me explicase que estaba sucediendo y dónde estaba mi hermana.

Ya están aquí

   Está oscuro, es de noche y el cielo esta cubierto pero no es algo tan común como todo el mundo cree. 
   Los dioses están despertando y ésto es solo el principio del fin. Están aquí y estas nubes son solo una pequeña muestra de su poder. 
   Se han liberado todos por fin, de sus cárceles humanas, volverán a ellas hasta el gran día pero aun así serán mas libres que nunca a partir de esta noche. 
   ¿Qué está pasando exactamente? Eso nadie lo sabe, ni siquiera ellos mismos tienen alguna idea de lo que ocurre. Los dioses están aquí, libres y renovados.

Kilkelly



   Era una noche de luna... y solo, en silencio, el viento se escuchaba... una tierra lejos de Irlanda, una tierra inhóspita... un bosque... y una triste melodía que brotaba como las lágrimas en el rostro de aquella mujer... un sórdido llanto de una mágica criatura... que solo quedaba en la oscuridad... el beso de una madre en su frente, y la fortuna quedaban por esperar... 
   Era un día de amor... un día de tristeza, un héroe nacido que era abandonado... un héroe pequeño que no podía ejercer junto a su madre... La mujer, triste, se marchó entonces con el corazón tan roto como esta canción... y un coro angelical de voces sin poder evitarlo entonaron su canción. Su melodía acunó a la pequeña, que sola en el bosque quedó, y una lágrima en su mejilla, simplemente se secó... un adiós, un hasta siempre... una niña que sin su madre quedó...

Hijas de Gaia

   Y pasaron mil noches sin luna por aquel entonces los animales y los humanos estaban enloquecidos, por lo que, una diosa, Gaia, quiso poner fin a esto. 
   Arrancándose el corazón lo partió y una de las partes ascendió al cielo formando así la luna e inundando la tierra de tranquilidad. La otra parte cayó a la tierra y los dioses, al verlo, se abalanzaron sobre él y lo rompieron en mil pedazos. Estos pedazos cayeron y acabaron en los cuerpos de tres mujeres, tres niñas aún sin nacer en este mundo. Estas niñas son hermanas, son hijas de Gaia, y deben estar juntas para que, ellas y el mundo, puedan estar en paz. 

martes, 6 de noviembre de 2012

Al fin, parece verse la luz.

   Por fin parece verse todo más claro. Un mundo nuevo se cierne sobre nosotros y solo falta algo más de un mes para que todo vuelva a su cauce.
   Una gran batalla y después nada más que dos, dos los que quedarán y dos serán los que harán renacer el mundo de nuevo. Un mundo mejor lleno de toda aquella belleza y maestría que durante tanto tiempo hemos estado arrebatando y arrancando sin piedad alguna.
    Ya aparecen los primeros síntomas de mejoría de un mundo enfermo. Aquí  hay una contraposición entre desastres y alegrías. En cambio allá es todo ajetreo, movimientos rápidos, prisas y angustia para poder salir del paso. Depende de nosotros, al fin y al cabo, y así será.
   Se verá una luz, esa luz al final del túnel que tantos ansían ver pero que tan pocos lo han hecho. Pero aún así hemos de tener cuidado, tanta luz puede cegar.